Carta a una niña-G.K.CHESTERTON
Prologo de Meadows of play de Margaret Arndt (1909), publicado también en Maestro de Ceremonias de G.K.Chesterton
Mí querida ahijada:
Tu madre escribió estos pequeños poemas infantiles para sus dos pequeñas hijas, y es por eso que merecen ser difundidos entre todos los niños y niñas del mundo.
Es cosa sabida que nunca se comprende bien lo que es esta tierra grande, mientras no se posee algún pedacito de ella, tampoco se sabe bien nada referente a las demás cosas del mundo, ya se trate de gatos y hasta de ángeles sin haber tenido una de ellas. Pero tú, como eres una niña buena, probablemente tengas un gato y, con toda seguridad, tienes un ángel. Hace poco tiempo que yo compre un perro, y desde entonces miro a todos los perros que veo en las calles o en las salas, a los que nunca hubiera pensado en mirar en otros tiempos, y los miro ahora porque son perros simpáticos, y además, porque no son tan lindos como el mío, naturalmente. También fue por eso, en parte, que tu madre escribió esas canciones; porque ama a todos los niños del mundo, y también porque os ama a vosotras más que a todos ellos.
Estoy seguro de que sabes que tu madre se fue de mi país al tuyo antes que tú nacieras. Partió de Inglaterra, donde las ropas de los soldados y los buzones son rojos, y se fue a Alemania, donde los soldados y los buzones son azules. Habrá tal vez otras diferencias, pero esas del color son las primeras que se ofrecen a la vista. Hay en el mundo mucha gente, mi querida ahijada, que tratara de enseñarte que esas diferencias son lo que hay de mas importante, y que hay grandes naciones conocidas principalmente por el color de sus buzones o por la manera con que sus soldados se abotonan las chaquetas. Hay gente que tratan de hacer que esas naciones peleen por causas todavía más insignificantes que ésas.
Algunos ingleses te dirán que los alemanes van a hacer volar con pólvora a Inglaterra, y habrá alemanes que te dirán que los ingleses harán otro tanto con Alemania, empleando gases, dinamita o alguna otra cosa desagradable. No les creas; son personas que quieren hacer daño valiéndose de cosas tan insignificantes como son los colores azules o rojos de los buzones. Yo deseo que siempre recuerdes lo que es verdaderamente importante en tu gran país, y también que pienses un poco en lo que es grande en el mundo. En cuanto a Inglaterra, júzgala siempre pensando en tu madre; de ese modo nunca nos juzgaras mal. Pero en cuanto a Alemania, me gustaría saber que durante toda tu vida te acordaras de tu niñez, suceda lo que suceda en Alemania, en Inglaterra, en todos los países cristianos.
Alemania es un buen país para los niños, Barbará. Ningún país ha comprendido tan bien como Alemania que todos los niños viven en la tierra de los elfos, y también que todos, hombres y mujeres, cuando éramos pequeños, hemos vivido allí durante un poco del tiempo. ¿Te acuerdas de aquellos hombrecitos con bonetes rojos que tú y yo dibujábamos para hacer con ellos mutuos regalos? Tu madre los ha encontrado, sin duda, en los bosques de Alemania; además, ella sabe muchas cosas respecto de las hadas que hay en Inglaterra. También aquí, en mi país, sabemos que todo lo que es muy bueno para los niños viene de Alemania. Por ejemplo, casi todos nuestros juguetes vienen de allá. Y cuando queremos nombrar al alegre anciano que, sin duda alguna, baja por la chimenea la víspera de Navidad (sea su nombre cual fuere, bien sabemos que viene), lo llamamos Santa Claus, como hacéis vosotros. El nuestro se llama Padre christmas; yo lo represente una vez en una fiesta infantil. Pero es demasiado grueso, para bajar por la chimenea.
Y ahora, Barbará, no teniendo nada más que decir, hablemos de las canciones, aunque es mucho mejor cantarlas que hablar de ellas. Muchos de esos pequeños poemas deben ser puestos en música. Como tú has nacido en Alemania, es posible que llegues a ser una música notable y les adaptes algún acompañamiento muy sutil. Pero si no ocurriera eso, no importa. Hay una que me gusta mucho y que comienza así:
Niñito del cumpleaños, tienes un año
¿Querías tener un trono de oro?
Esta canción me parece muy inesperada y muy linda. Pero no vayas a creer que tu madre tiene un trono dentro de la casa; ella es poetisa y los poetas muy raras veces tienen cosas semejantes. Pero es muy cierto que cuando los niños tienen un año de edad, como hemos tenido tú y yo, son tan simpáticos que se les daría todo lo mejor. La gran cuestión, Barbará, es esa: ¿Podremos seguir siendo tan simpáticos como éramos en esa época? Yo lo dudo, pero al menos podemos intentarlo. Sería muy divertido que lo consiguiéramos, y así, cuando tú te murieras, a los 97 años de edad, y yo a los 127, encontraríamos todavía en alguna parte un trono de oro. Yo no lo sé, Barbará, pero estoy seguro de que tu madre bien los sabe.
Tu desvalido padrino, Gilbert Chesterton.
miércoles, 26 de agosto de 2009
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